
Un Príncipe fue ver a Odenato, y le pidió:
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- Enséñame humildad.
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- No puedo hacerlo - dijo Odenato- porque la humildad es una maestra en sí misma.
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Se aprende por medio de su misma práctica. Si no la puedes practicar, no la puedes aprender.
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Si no la puedes aprender, no quieres realmente aprenderla en absoluto dentro de ti.