Hubo quejas en palacio, de que el pueblo de Homs, tenía el aire contaminado, por culpa de la fábrica de pieles imperial, Odenato se paró en una silla en el centro de la plaza y llamó a la gente a congregarse alrededor suyo, y comprobar las acusaciones
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Cuando se reunieron, Odenato proclamó orgulloso:
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—Sé, oh gente, que el aire aquí es exactamente igual al de mi Palacio.
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—¿Qué Os hace pensar eso? —preguntó alguien.
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—Porque puedo ver el mismo número de estrellas que veo allá.
