
Un día, alguien le robó el caballo a Odenato. De inmediato llamó a la Guardia. El alguacil le dijo:
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—Esto es grave. Haremos todo lo posible por recuperar el caballo. Ahora, por favor Majestad, decirme exactamente qué fue lo que pasó.
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Odenato contestó:
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—¿Cómo voy a saberlo? Yo no estaba allí.