Cierto día, un Noble fue a visitar a Odenato, atraído por la gran fama de éste y deseoso de ver de cerca al hombre mas ilustre del país. Le llevó como regalo un magnífico pato. El Basileus, muy honrado, invitó al hombre a cenar y pernoctar en su palacio. Comieron una exquisita sopa preparada con el pato.
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A la mañana siguiente, el noble regresó a su palacio, feliz de haber pasado algunas horas con un personaje tan importante. Algunos días más tarde, los hijos de este noble fueron a la ciudad y a su regreso pasaron por la palacio de Odenato. - Somos los hijos del hombre que le regaló un pato - se presentaron. Fueron recibidos y agasajados con sopa de pato.
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Una semana después, dos jóvenes llamaron a la puerta del Basileus. - ¿Quiénes son ustedes? - Somos los vecinos del noble que le regaló un pato. El Basileus empezó a lamentar haber aceptado aquel pato. Sin embargo, puso al mal tiempo buena cara e invitó a sus huéspedes a comer.
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A los ocho días, una familia completa pidió hospitalidad al Basileus. - Y ustedes ¿quiénes son? - Somos los vecinos de los vecinos del noble que le regaló un pato. Entonces el Basileus hizo como si se alegrara y los invito al comedor. Al cabo de un rato, apareció con una enorme sopera llena de agua caliente y llenó cuidadosamente los tazones de sus invitados. Luego de probar el líquido, uno de ellos exclamó: - Pero... ¿qué es esto, noble señor? ¡Por Dios que nunca habíamos visto una sopa tan desabrida!
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A la mañana siguiente, el noble regresó a su palacio, feliz de haber pasado algunas horas con un personaje tan importante. Algunos días más tarde, los hijos de este noble fueron a la ciudad y a su regreso pasaron por la palacio de Odenato. - Somos los hijos del hombre que le regaló un pato - se presentaron. Fueron recibidos y agasajados con sopa de pato.
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Una semana después, dos jóvenes llamaron a la puerta del Basileus. - ¿Quiénes son ustedes? - Somos los vecinos del noble que le regaló un pato. El Basileus empezó a lamentar haber aceptado aquel pato. Sin embargo, puso al mal tiempo buena cara e invitó a sus huéspedes a comer.
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A los ocho días, una familia completa pidió hospitalidad al Basileus. - Y ustedes ¿quiénes son? - Somos los vecinos de los vecinos del noble que le regaló un pato. Entonces el Basileus hizo como si se alegrara y los invito al comedor. Al cabo de un rato, apareció con una enorme sopera llena de agua caliente y llenó cuidadosamente los tazones de sus invitados. Luego de probar el líquido, uno de ellos exclamó: - Pero... ¿qué es esto, noble señor? ¡Por Dios que nunca habíamos visto una sopa tan desabrida!
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Odenato se limito a responder: - Esta es la sopa de la sopa de la sopa de pato que con gusto les ofrezco a ustedes, los vecinos de los vecinos de los vecinos del noble que me regaló el pato.