Odenato, tenía roto el corazón por la muerte de su querida esposa. Todos sus Nobles y amigos trataron de animarlo y reconfortarlo. Le decían:
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—No se preocupe, Majestad, nosotros os ayudaremos a encontrar otra esposa.
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Poco tiempo después, murió su caballo TADMOR y Odenato parecía estar más apesadumbrado por su muerte que por la de su esposa.
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Algunos de sus amigos lo supieron y fueron a verlo; él les dijo:
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—Cuando murió mi esposa, mis amigos prometieron ayudarme a encontrar otra. Pero hasta ahora nadie ha ofrecido reponer mi caballo.
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